En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, José Sarukhán Kermez, uno de los científicos de mayor renombre en México y coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), presentó a la Presidencia de México y a la sociedad mexicana toda una obra fuera de serie.
Fuera de serie por muchos motivos, pero el más inmediato y sorprendente es que se trata de un estudio realizado por unos cuantos países.
Capital natural de México es una obra de magnitud sin precedentes en el país, tal cual. En ella se compila y analiza el conocimiento más actualizado y confiable que existe en México acerca de nuestro privilegiado (y duramente mermado) capital natural. Ahí encontraremos un diagnóstico detallado de la a veces muy devastada situación en que se encuentra. El estudio permite transitar de la definición de problemas al planteamiento y diseño de soluciones, de la reacción ante los problemas a la anticipación de los mismos. En la obra participaron cerca de 750 especialistas en disciplinas afines al tema, provenientes de más 220 instituciones.
Dese usted una idea de su contenido por los títulos de los cinco volúmenes de la obra: I. Conocimiento actual de la biodiversidad; II. Estado de conservación y tendencias de cambio; III. Políticas públicas y perspectivas de sustentabilidad; IV. Capacidades humanas, institucionales y financieras, y V. Escenarios futuros.
Los tres primeros volúmenes se hallan totalmente terminados y comprenden 45 capítulos, en los que participaron 96 revisores externos y 648 autores provenientes de 227 instituciones, tanto académicas como gubernamentales, y de organizaciones civiles de la mayor parte de las entidades de la República. Una obra monumental, si las hay.
La obra posee una visión a 10 años, lo cual contribuye a conformar una cultura que valore la diversidad biológica del país, a impulsar un mayor aprecio de la enorme importancia de los servicios ambientales que nos provee la variada naturaleza de México y a aportar a los tomadores de decisiones elementos para fundamentar sus soluciones con solidez en relación con la conservación de nuestro cada vez más destruido y amenazado capital natural.
Tenemos una obligación con el planeta. Tenemos que trabajar con nuestro territorio y cooperar decididamente con los programas internacionales del medio ambiente porque, al final de cuentas, navegamos los humanos todos en el mismo barco, hoy extremadamente amenazado por turbulencias y torbellinos múltiples planetarios. Podemos cambiar nuestra ceguera por saberes informados de cómo ha de usarse la naturaleza para que la industria la transforme y adapte a las cambiantes necesidades humanas, y podemos también decidir que queremos recuperar la mayor parte del terreno perdido. Muchos daños hechos por los bichos humanos son irreversibles. Miles y miles de especies animales y vegetales se extinguen en línea continua, pero la desesperación creativa que debería llevarnos a todos a actuar para frenar en seco esta masacre natural está aún lejos de ser del tamaño de nuestros problemas.
La amplia difusión de Capital natural de México es urgente. Nadie debiera estar fuera del conocimiento de cuáles son nuestros problemas concretos (no sólo poseer una idea general de que tenemos problemas graves), cuáles sus conclusiones y recomendaciones centrales. No existe ninguna otra obra capaz de tener el impacto necesario en la conciencia de los ciudadanos para hacer algo, para exigir que los distintos niveles de gobierno actúen seria y directamente en ellos.
Sin duda, ahora podemos constatar si estamos haciendo algo por nosotros mismos y por las generaciones futuras, o si seguiremos aturdidos y paralizados por el tamaño de nuestros problemas.
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