En los confines de Etiopía, a siglos de la modernidad, Hans Sylvester ha fotografiado durante seis años tribus donde hombres, mujeres, niños y ancianos, son genios de un arte antiguo. A sus pies, el río Omo; sobre el triángulo Etiopía-Sudán-Kenia, el gran Valle del Rift que se separa lentamente de África, una región volcánica que ofrece una amplia gama de pigmentos, de color rojo ocre, blanco caolín, cobre, verde, amarillo o gris claro ceniza. Ellos tienen el genio de la pintura y sus cuerpos de dos metros de altura son unos enormes lienzos. La fuerza de su arte reside en tres palabras: dedos, velocidad y libertad..