martes, 20 de julio de 2010

Cultivar transgénicos genera pérdidas a los agricultores



La Jornada, 20 de julio de 2010


■ Informe de Greenpeace muestra fracasos de la siembra comercial

Cultivar transgénicos genera pérdidas a los agricultores
■ Eleva costos de producir soya y desploma el precio de la linaza
ANGÉLICA ENCISO L.
En los países donde se han sembrado comercialmente transgénicos la experiencia muestra un nulo aumento de productividad, mayor uso de agroquímicos y costos más elevados para los agricultores, revelan expertos en el informe Cultivos transgénicos: cero ganancias.
El estudio presentado ayer por Greenpeace documenta que la siembra de transgénicos en cuatro países, ha elevado los costos para los productores de toda la cadena alimentaria, desde los agricultores hasta los procesadores de alimentos.
En Estados Unidos se estudiaron los casos del arroz, del cual se encontró que en 2006 la contaminación con transgénicos causó a la industria del país pérdidas de entre 681 millones y mil 104 millones de dólares, y la soya Roundup Ready, de Monsanto, reportó rendimientos de 5 a 10 por ciento inferiores a la soya convencional; tan sólo entre 2006 y 2009 las pérdidas sumaron 11 mil millones de dólares.
Del algodón se detectó que el glifosato, sustancia base del herbicida de Monsanto, dañó cultivos de Roundup Ready e hizo que se redujera su cosecha casi en 40 por ciento, caso que está en la corte federal de Texas, Estados Unidos, señala el documento.
En China, el cultivo del algodón BT a altas temperaturas llevó a la perdida de entre 30 y 63 por ciento de la toxina, por lo cual no funcionó como resistente a las plagas de gusanos.
En tanto, en Canadá, el cultivo de linaza se contaminó con una variedad transgénica, por lo que los mercados se paralizaron; los precios cayeron de 12.50 a 6.80 dólares en 2009 y los productores llevan pérdidas de 106 millones de dólares canadienses.
En Colombia se introdujeron dos variedades de algodón transgénico que fueron atacadas por plagas a las que supuestamente eran resistentes. El costo de las semillas, más los herbicidas que adquirieron los productores, incrementaron los costos y, en consecuencia, más de la mitad de los campos colombianos ya no son rentables, agrega el informe.
En México el gobierno “debe evitar que sea la industria de los transgénicos la que tome el control de los campos y los alimentos, mucho más con advertencias tan claras como las que encontramos en el documento, donde queda constancia de que lejos de resolver los problemas de la alimentación en el mundo, la siembra de transgénicos representa un riesgo”, señaló en conferencia de prensa Alberto Montoya, académico de la Universidad Iberoamericana y vicepresidente ejecutivo del Centro de Estudios Estratégicos Nacionales.
Ante la autorización del cultivo experimental de maíz transgénico, Yolanda Massieu, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, sostuvo que existe “el problema de que no hay investigación ni regulación pública suficiente para impedir al gobierno favorecer los intereses de un puñado de empresas, como se ha estado haciendo hasta la fecha al autorizar las solicitudes de empresas como Monsanto para realizar la siembra experimental”.
El país no está exento de sufrir estos impactos, “con la siembra de maíz transgénico se pondrá en riesgo el gran potencial de producción del grano y la biodiversidad, y se propiciará la dependencia de los campesinos frente a las empresas que detentan la patente de las semillas modificadas genéticamente”, advirtió Aleira Lara, coordinadora de la campaña de agricultura sustentable y transgénicos de Greenpeace