Dinero público para negocio privado
Pasado y presente: los mismos cínicos
Carlos Fernández-Vega
¡Preparaos!, mexicanos pagadores y sumisos, que por enésima ocasión los que dicen gobernar este país utilizarán vuestros recursos fiscales para rescatar a selectos hombres de negocios. El calderonato se apresta para sacarle las castañas del fuego a uno de los empresarios más ricos (y socios que lo acompañan), que no es otro que el propietario, entre otras cosas, del lucrativo Grupo Posadas y, a partir de diciembre de 2005, de Mexicana de Aviación, la misma aerolínea que el erario salvó –vía Fobaproa, tres lustros atrás– cuando él mismo presidía la compañía.Así es. “En el negocio de la aviación se empieza a hablar del rescate de la aerolínea Mexicana por parte del gobierno federal debido a que la empresa de Gastón Azcárraga Andrade emitiría un bono por aproximadamente 250 millones de dólares –casi cien millones más de los que pagó por ésta–, que serían respaldados por el gobierno mexicano a través del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext). El presidente de la Confederación Nacional Turística, Miguel Torruco, calificó de ‘insulto al pueblo de México’ la operación de rescate de Mexicana de Aviación por parte del gobierno federal. Advirtió que las empresas deben asumir los costos de no ser exitosas y dijo: ya que la federación dispone de recursos para apoyar a esta aerolínea también deberá ayudar a los miles de pequeños y medianos negocios que están en riesgo de cerrar. El país no está para seguir privatizando las ganancias y socializando las pérdidas’. Fuentes de Bancomext señalaron que la operación es un hecho, pero rechazaron que se trate de un rescate, sino de una operación de fondeo que realizará Mexicana y en la que el Banco actuará como garante” (La Jornada, Miriam Posada García y Juan Carlos Miranda).
A lo largo de tres décadas de privatizaciones-rescates-reprivatizaciones, el gobierno en turno prácticamente nunca ha utilizado esos términos (que son los correctos; en su lugar usado, usa, transferencia, desincorporación, coinversión, intervención momentánea, fondeo, apalancamiento, etcétera, etcétera), pero el hecho es que desapareció el aparato productivo del Estado y el erario ha destinado miles y miles de millones al saneamiento de negocios privados, como en el caso concreto de las dos aerolíneas mexicanas (la otra es Aeroméxico: sólo hay que recordar a Cintra), que han sido auxiliadas con recursos públicos, para fines privados, en prácticamente todos los sexenios gubernamentales.
Lo anterior, desde luego, no es gratuito, porque en la perpetuidad del circuito estatización-privatización-restatización-reprivatización de las líneas aéreas nacionales (con sus respectivos rescates, como tantos otros casos) han participado muchos inquilinos de Los Pinos y prominentes hombres de negocios, entre cuyas más finas habilidades se cuenta la de financiar candidatos y sus campañas electorales, especialmente las presidenciales, como el propio Azcárraga Andrade entenderá, y una vez logrado el objetivo simplemente se da el intercambio de facturas. Y así le va al país.
Del caso Mexicana de Aviación va un poco de historia reciente: el 20 de diciembre de 2005, con Fox en Los Pinos, se oficializó que Grupo Posadas, propiedad de Gastón Azcárraga Andrade, fue el ganador de la puja por la aerolínea; 94.5 por ciento de las acciones de esta aerolínea pasaron a ser propiedad del corporativo hotelero, mediante el supuesto pago de 165.5 millones de dólares. Cintra y el IPAB reconocieron a ese corporativo como ganador indiscutible, y ese mismo día firmaron el contrato de compra-venta de las acciones, cuyo precio en la Bolsa Mexicana de Valores se desplomó alrededor de 40 por ciento en unos cuantos días, obviamente previos a tal firma, lo que abarató, aún más, la desincorporación. Lo más llamativo de esta compra-venta es que el gobierno foxista regresó la aerolínea al mismo empresario que, junto con sus hermanos, la reventó en 1995 y fue rescatada por el Fobaproa. Al erario le costó miles y miles de millones mantener la empresa a flote, para finalmente entregarla a los mismos que la exprimieron.
Un dato interesante es que más tardó el gobierno federal en firmar el citado contrato, que Gastón Azcárraga Andrade en repartir las acciones entre otras siete empresas e inversionistas que no participaron en la licitación, y que fueron constituidas pocos días antes del anuncio oficial del ganador, y que ahora son los propietarios, en plural, de la aerolínea a rescatar. Una de ellas, Administradora Profesional de Hoteles, constituida 12 días antes de conocerse públicamente el nombre del nuevo dueño de Mexicana de Aviación. Minutos después de firmar el contrato de compra-venta, Azcárraga Andrade repartió el pastel: Grupo Posadas, 29.6 por ciento de las acciones; Administradora Profesional de Hoteles, 20.08; Administradora Corporativa Empresarial, de Ángel Losada Moreno (Grupo Gigante), 20.08; Gastón Azcárraga Andrade, 2.86; Juan Gallardo Thurlow (Grupo Embotelladoras Unidas), 10.44; Ixe Banco (del que fuera accionista Isaac Saba, del Grupo Xtra, único contrincante en la puja), 2.46 por ciento y otros accionistas, 9.49 por ciento.
Qué bonito es hacer negocios privados en este país en el que oficialmente no abundan los recursos públicos: baratos y repartibles entre los amigos, aunque no participen en el remedo de licitaciones públicas. Así, cuatro años y medio después, el rescate de la aerolínea está a punto de salir del horno: el pastel es el mismo y está elaborado con los ingredientes de siempre, es decir, recursos públicos para salvar negocios privados, y un banco del Estado (Bancomext, al que el propio gobierno federal ha intentado desaparecer por todos los medios) para servir de mesero. Se supone que Azcárraga Andrade y socios pagaron 165 millones de dólares; ahora recibirán 250 millones de billetes verdes, sin considerar un préstamo que el propio Bancomext les otorgó en 2009 (900 millones de pesos).
Y allí están los empresarios, en espera de su pastel de recursos públicos, para fines privados. Pero no se sorprendan: son para los mismos que en su momento celebraron la reprivatización salinista de las aerolíneas, aplaudieron el rescate zedillista de las mismas y se congratularon por la reprivatización foxista, libre de impuestos. Hoy, para no variar, ovacionan el para vivir mejor calderonista.
Las rebanadas del pastel
El mismo adalid de la práctica que cuestionaba, José López Portillo, años atrás advirtió: lo peor que le podría pasar a México es que se convierta en un país de cínicos. Pues bien, pletórico, hoy da cátedra.