viernes, 12 de noviembre de 2010

Municipio, Fisco y Violencia

10 de agosto de 2010, La Jornada
Marco Rascón
Municipio, fisco y violencia

Ha sido en los municipios, exactamente en la base de las formas de gobierno, en la más abandonada y la más injustamente tratada por las políticas, de participaciones fiscales, presupuestales, políticas y de gobierno, donde el orden del país se ha roto. La crisis del municipio libre es palpable, siendo una de las banderas de justicia de la Revolución Mexicana.
Toda la obra de la Independencia y la Revolución ha sido destruida por los contemporáneos, llámense de derecha, centro e izquierda, partidos y gobiernos que no entendieron a cabalidad la importancia del municipio y menos de una hacienda pública para su fortalecimiento; por eso hay que refundar el país entero desde la base, aislando en todos los bandos a los demagogos, los perversos, los inquisidores, los profesionales de la manipulación, los salvadores creadores del hartazgo.
El país está en guerra, lo metieron ahí para resolver con violencia y militarismo lo que no han hecho con política, con visión de estadistas ni con obras. Por eso nadie cree en ninguno de los bandos en guerra y porque la fuente y la espiral de la violencia no tiene rostro y es de una misma familia, que convivía en paz y ahora se disputa los mismos territorios. Si Genaro García Luna dice que los criminales organizados pagan 15 mil millones de pesos al año a los policías municipales, eso significa que existe un Estado dentro del Estado. Eso significa que nos hemos balcanizado, que las definiciones de “guerra” y “terrorismo”, nos acercan a la aplicación de la “limpieza étnica”, las fosas comunes, el genocidio y, por tanto, al paramilitarismo sin rostro, que surge de una guerra basada en el aniquilamiento.
De la declaración de Genaro García Luna sobre la influencia financiera del crimen organizado sobre las policías municipales se desprenden consecuencias de fondo para el Estado mexicano y la Federación, esqueleto de la República. No sólo la pérdida del control territorial, de la información básica para instaurar políticas de seguridad, de las comunas y los gobiernos locales, sino las que se relacionan con la hacienda pública y el fisco, como base de la representación política.
A 200 años del inicio de la Independencia, un balance bicentenario es que nunca ha existido realmente la hacienda pública con impuestos equitativos y justos. La visión criolla ha subordinado la hacienda pública para favorecer el saqueo y por ello, el financiamiento estatal proviene de la explotación de los minerales, los bosques, las materias primas, el petróleo, la expoliación de los pequeños productores, el impuesto al trabajo, la exoneración y el subsidio a los acumuladores de riqueza. Los enredos fiscales de hoy, segregan al territorio.
La pérdida de los municipios a manos del poder surgido de la ilegalidad en la venta de drogas, convierte en justicieros a los que protegen en los municipios a los ciudadanos, de las políticas fiscales absurdas, enredadas, complicadas. El crimen legaliza la evasión creados por las leyes fiscales injustas e inequitativas.
Hoy la guerra se financia con petróleo, deuda, gasto corriente que debería servir para la educación, la alimentación, el fomento productivo, la investigación, la modernización y la salud. La guerra del gobierno contra la estructura municipal perdida (sin contar los recursos que fluyen a otros niveles de funcionarios judiciales estatales y federales) es negocio para los vendedores de armas al mismo tiempo que inhibe la actividad productiva y contribuye a la recesión. Lo dicho por García Luna implica que el gobierno federal y los gobiernos estatales han perdido a miles de causantes que en estos municipios subsidiados por el narcotráfico se han liberado del impuesto sobre la renta, IETU, prediales, tenencias y hasta impuestos a las gasolinas, pues se dice que en el Golfo existe un mercado paralelo a Pemex que vende petróleo al menudeo y más barato.
Si esto es así, con base en el dato de García Luna, la guerra no sólo se extiende, sino que nos remite a imágenes del porfiriato como “los colgados”, el bandidaje de los salteadores de caminos al estilo de los de Río Frío y que hoy se dan hasta en las autopistas.
La desatención a toda la estructura municipal del país, por todas las fuerzas políticas, se refleja porque siempre han sido vistos como fuente de votos, clientelas y no de propuestas de buen gobierno. Todos van a los municipios a sacar y no ha llevar, y por ello, están arrebatados por las fuerzas de la ilegalidad con recursos que provienen y se agrandan paradójicamente de la ilegalización de las drogas y la persecución que le ha dado más valor. Es importante recordar que no se trata de legalizar, sino despenalizar.
En cada municipio del país hay una raíz de la historia nacional. Haber perdido el control de la seguridad básica sólo demuestra la perversidad de quienes han utilizado la hacienda pública, los presupuestos y los recursos sin distribuir equitativamente. De un país construido crónicamente en la injusticia y que ahora se destruye, se enfrenta y se desborda.