domingo, 27 de junio de 2010

La mafia y el sector energético

La Jornada, 27 de junio de 2010
Antonio Gershenson
La mafia y el sector energético
En el libro La mafia que se adueñó de México… y el 2012”, el autor, Andrés Manuel López Obrador, se ocupa ampliamente, entre otros temas, del sector energético. No sería posible, en este espacio, ocuparse de todo lo dicho en el libro, pero sí trataré de transmitir a los lectores algunas ideas básicas.
Menciona que no sólo se dio la expropiación como medio de rescate para la nación del petróleo y de la industria petrolera. Se modificó la Constitución para prohibir no sólo las concesiones, sino también los contratos, tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos y gaseosos. Además, se dieron por terminados anticipadamente los “contratos riesgo” de tiempos de Miguel Alemán, que entregaban a trasnacionales petróleo como pago por su trabajo y 15 por ciento de la producción como pago contratado.
Sin embargo, señala el libro, siendo presidente Fox y secretario de Energía Calderón, en 2003, se entregaron a empresas extranjeras 50 mil kilómetros cuadrados en la región de Burgos para la extracción de gas. Lo mismo hizo el gobierno usurpador en 2009, en la región de Chicontepec, otorgando enormes contratos a empresas extranjeras, y terrenos para extraer petróleo.
Sobre la base de éstos y otros antecedentes, el libro señala que el desastre del sector energético ha sido alimentado por la deshonestidad que predomina en el gobierno, en Pemex y en la Comisión Federal de Electricidad (CFE). El saqueo de Pemex se ha realizado mediante la entrega de contratos para exploración, perforación de pozos, construcción y mantenimiento de ductos, configuración de refinerías, compraventa de hidrocarburos, renta de plataformas, compra de buquestanque, equipos y otros bienes y servicios. Además, hay corrupción en el pago de indemnizaciones millonarias a empresas millonarias y extranjeras.
El contratismo y los negocios con empresas extranjeras, prosigue el libro, han llevado a que la inversión de Pemex se oriente hacia el norte del país, sin tomar en cuenta su escaso potencial productivo y rentabilidad. Señala la mejor rentabilidad del suroeste. El presupuesto principal se dirige a la parte menos productiva, en beneficio de estas empresas. Por si esto fuera poco, se dio a conocer una inversión de casi 17 mil millones de pesos en aguas profundas del Golfo de México. Todo para llegar a 14 perforaciones, con 13 improductivas, una con gas y ninguna con petróleo.
Otros casos importantes de corrupción analizados en el libro se dieron en la Comisión Federal de Electricidad. Uno de los negocios más jugosos para funcionarios y contratistas ha sido la compra de gas a empresas extranjeras. No les ha importado a los tecnócratas extraer el gas ni evitar que se desperdicie. Se quema gas en cantidades. Pero la CFE se lo compra a Shell en Altamira y a Sempra en Baja California. Gastan miles de millones de dólares y compran cantidades que se equiparan con lo que se quema en la sonda de Campeche.
Esta misma entidad contrató con Repsol cantidades enormes de gas a altos precios, para ser traído de Perú. Y agrega el libro que Calderón, Elías Ayub y cómplices cometieron la infamia de dejar sin empleo a 44 mil electricistas desapareciendo la empresa Luz y Fuerza del Centro, alegando que los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas eran ineficientes y representaban una carga para las finanzas públicas. Pronto quedó al descubierto que la causa de esta injusta decisión tuvo que ver con el interés de seguir privatizando la industria eléctrica y, en particular, con el propósito de entregar los 26 mil kilómetros de tendido de fibra a empresas de multimillonarios, por una pequeña fracción del dineral que costó al sector público.
Estos son unos ejemplos importantes de la presencia del sector energético en el libro y de las formas en que la mafia lo exprime. Quiero agregar, actualizar, algunos datos sobre las “aguas profundas” del Golfo de México, en este caso con el derrame o derrames de petróleo y gas en las aguas de Estados Unidos, frente a Luisiana.
Primero, hay un amplio consenso en que después de este incidente las normas y experiencias para las aguas profundas, en especial en el Golfo, van a encarecer las perforaciones, la producción y en general la actividad. Incluso la empresa British Petroleum (BP) lo ha dicho públicamente. Esto repercutirá en México también, haciendo esta actividad todavía menos rentable para el país.
Segundo, los daños están mostrando magnitudes crecientes, mayores que las versiones que había dado la BP, responsable principal del pozo. Tercero, el gobierno de México poco puede hacer, pues en todo depende de empresas trasnacionales.
Cuarto, Pemex y el gobierno de México, a diferencia de otros países, no han suspendido su actividad, o más bien la que tienen contratada, en las aguas profundas del Golfo, mientras se aclaran las causas del derrame. Esto nos da un ejemplo adicional de lo que en el libro se señala sobre la mafia y su poder, en este caso, en el sector petrolero.